domingo, 25 de enero de 2009

CASA DE HUESPEDES


Llegué a la casa de huéspedes después de encontrarme con aquel señor del sombrero negro. Él fue quien amablemente me dio la dirección. El gato me miró extrañado y permaneció acomodado cerca de la chimenea en el salón del fondo. De frente a mi una anciana señora dijo ser la dueña y efectuó el registro de mi estancia. Me informó además de cual era mi número de habitación y de la hora de la cena. Como aun quedaba tiempo para llenar el estómago decidí subir la maleta y salir al jardín. Me senté en un banco y miré a mi alrededor. Todo estaba lleno de macetas pero no había presencia humana. Ante la tranquilidad del lugar decidí ponerme a leer.
A las 9 en punto una campanilla sonó para avisar a los huéspedes que tocaba cenar. Llegué al salón y me senté en una larga mesa. El gato había desaparecido y no había nada mas que dos lugares preparados con cubiertos y copas, así que supuse que yo era el único huésped. Por una pequeña puerta apareció la anciana con dos platos, me sirvió y me dijo –pollo asado con patatas.Que aproveche- . Yo se lo agradecí educadamente y comencé a comer. Al terminar la felicité por la exquisita cena y me retiré a mi habitación.
Antes cuando subí a dejar la maleta no me percaté de cómo era la habitación, la examiné entonces con más calma. Solo había una mesilla, una cama y a los pies de esta un palanganero bastante antiguo. También había un pequeño orinal. Un todo en uno, habitación y baño en una misma estancia. Me desvestí y me metí en la cama rápidamente, las sábanas estaban frías excepto un rodal en el centroque permanecía caliente. Aunque me imaginaba lo que era decidí mirar debajo de la cama y efectivamente allí estaba la tumbilla con el brasero de carbón en medio.

El tiempo pasaba y yo no podía quedarme dormido. Al principio no sabía porque pero después me percaté de que había un olor no muy fuerte pero molesto que era lo que no me dejaba coger el sueño. Olía como a quemado. Decidí entonces sacar la tumbilla de debajo de la cama por si era ésta la que estaba socarrando el colchón o algo por el estilo. Allí descubrí que a veces te dan gato por pollo o carbón…

domingo, 11 de enero de 2009

LAGRIMAS DE VIDA


Acabamos de aparcar el coche en aquel callejón que le vio nacer. Como siempre el frio del invierno cortaba las palabras. A lo lejos vimos una silueta fácilmente reconocible. Se acercaba despacio. Cuando nos reconoció nos saludó efusivamente. Sonreía. Sentía alegría al vernos. Tras una breve conversación vacía de contenido nos despedimos de él. Se alejaba, se dejaba llevar orientado por las ráfagas que venían a su memoria de vez en cuando y que con suerte le llevarian a su casa. Los meses pasan y vamos a visitarle. Esta sentado. Su cara brilla pero ha dejado de ser el espejo del alma. Su hermana le coge la mano y dos lagrimas resbalan por sus mejillas. Es lo único que puede expresar, su voz se la llevó el viento solano, ese mismo que mueve las aspas de los molinos de la tierra que le vio nacer. Hoy ha cambiado el sillón por la cama. Su mirada azul mar esta perdida en el techo de la habitación. A veces la respiración se detiene pero pasados unos segundos vuelve a inspirar. Aun no es el momento de rendirse en la batalla de la vida.