miércoles, 11 de febrero de 2009

TODO Y NADA




Colocado en una silla, rozando casi con el suelo, con el mismo color que hace mas de veinte años. Impoluto. Impecable. Perenne. Todas las palabras se quedan cortas para definir su estado. Aun daba demasiado respeto su presencia en aquella habitación.


Según me iba acercando a él notaba su olor, profundo, un olor de esos que se meten en tu ser en un episodio de tu vida y aunque pasen muchos años vuelve a tu cabeza y te provoca una sensación de rechazo. Me puse frente a él y pude ver su abotonadura dorada con el escudo del régimen en relieve. Era como si se mezclara el poder y la debilidad. Todo y nada.


Todo lo que fue ya no es ni será. Ya no dará ni recibirá mas golpes, ya no se teñirá mas de sangre. Aquel uniforme de los grises sólo es un recuerdo olvidado en el viejo armario.