viernes, 19 de febrero de 2010

Y VOLVER A PONER LA PLUMA SOBRE EL PAPEL

"Al borde de un precipicio, así me siento" - le dije a mi psicólogo, mientras me miraba por encima de sus gafas ligeramente caídas. El silencio solo entrecortado por aquel reloj de cuco reinaba en la sala. Él seguía sin inmutarse lo mas mínimo así que entendí que era yo la que debía continuar hablando. Empecé entonces a contar mas detalles sobre mi rara enfermedad, uno de ellos se producía cada vez que tenía delante de mi aquel papel blanco lo que me provocaba un bloqueo en mi mente. Él continuaba de la misma manera, como si en vez de un psicólogo fuese un simple espectador de televisión al que no le interesa lo que ve y esta a punto de cambiar de canal.
Su pasividad comenzaba a ponerme bastante nerviosa por lo que decidí terminar con aquella sesión. Fue entonces cuando le pregunté el tratamiento para aquella enfermedad que me perseguía desde hacía meses. No respondió. Me levanté y me acerqué a colocarle bien la corbata. Tenía el nudo torcido. Minutos después abandoné el despacho.
Al día siguiente comencé a leer como todos los días el periódico. Cuando llegué a la pagina de esquelas encontré la solución a mi problema. Comenzaba mi mejor novela, mi novela negra.