viernes, 14 de noviembre de 2008

NECESIDAD COSTOSA


Tenía una necesidad urgente de acudir a una de ellas. Bajé del tren y llegué a aquel lugar. Cinco puertas cerradas, una abierta. Cada puerta escondía una taza de wáter ¡mi salvación! Todas las tazas debían estar ocupadas menos una –pensé- pero no era así, el truco consistía en que entrar a usarlas costaba veinte céntimos excepto la abierta, gratuita, por no poder cerrarse. Me dio tanta pena aquella taza, ovejita negra en ese baño que sacrifiqué mi intimidad para alimentarla. Todo pasó, meses después volví a visitarla y me encontré con que ahora se alimentaba de ricachones, la muy víbora, pues entrar para usarla costaba dos euros

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